Funcionarios claves retrasan avance de Seguridad Social en el país
MI SENTIR
Por Balbueno Medina
El hartazgo que mantienen desde el pasado gobierno y el desinterés
de colaborar con la nueva administración en la solución de los múltiples
problemas que confronta el Sistema de Seguridad Social en el país, ha permitido
que los Superintendentes de Pensiones y de Salud, se hayan convertido en una
retranca para el avance del mismo en la gestión gubernamental del presidente
Luis Abinader.
Tanto la Superintendencia de Pensiones (SIPEN), como la
Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales (SISALRIL), constituyen parte
fundamentales de la plataforma del Sistema Dominicano de Seguridad Social
(SDSS), si tomamos en cuenta que administran los dos regímenes principales
sobre los cuales se sustenta dicho sistema.
El gran capital de quienes aportamos a la Seguridad Social en
la República Dominicana, se encuentra en manos de las AFP y de las ARS, y por
tanto las más socorridas quejas y denuncias de los afiliados al sistema van
dirigidas a la mejoría de los servicios que ofrecen estas instituciones a la población
dominicana.
Los funcionarios que ocupan las posiciones ejecutivas en la
SIPEN y la SISALRIL, en el largo tiempo que llevan al frente de esas
instituciones no han dado muestras de mejorar o cambiar la percepción que tiene
la población dominicana respecto a los servicios que ofrecen las AFP ni las
ARS, por lo que su alto nivel de indiferencias los convierte en cómplices del
abandono y la desprotección que sienten los afiliados a la Seguridad Social, en
sus reclamos de mejores servicios.
La situación de impotencia que se siente frente a la actitud
de estos funcionarios es tan desbordante que hasta se ha percibido a lo interno
del gobierno cuando funcionarios de primera línea han manifestado públicamente el
deseo de que renuncien a sus posiciones, porque no se sienten a gusto con sus
comportamientos y sus visiones respectos a los cambios que exige hoy día la
sociedad dominicana.
Ramón Emilio Contreras, pieza clave del peledeismo en Monte
Plata, y Pedro Luis Castellanos, hombre de confianza del entorno del
expresidente Danilo Medina, debieron ahorrarle tiempo y desaciertos al gobierno
que encabeza el presidente Luis Abinader, presentando renuncia a sus puestos
como Superintendentes de Pensiones y de Salud y Riesgos Laborales y no
obligarle a tomar decisiones que ameriten recordar acontecimientos del pasado.
Ambos incumbentes, saben que la constitución de la República
se encuentra por encima de cualquier legislación que establezca plazos o privilegios
para funcionarios de primera línea en el Estado dominicano, por cuanto le confiere
al Poder Ejecutivo de designar libremente a los funcionarios de la Administración
Pública, sin embargo ellos se han querido quedar en sus puestos para hacerle la
vida imposible al gobierno ,y si en caso este toma una decisión respecto a sus
funciones, armarle un escándalo público pretendiendo acusarlo de desacato a las
leyes que se aprueban contrario a la carta magna.
Contreras y castellano, deben recordar el impasse que se
produjo en el año 2000, cuando por disposición de una decisión de la Suprema
Corte de Justicia, el entonces presidente Hipólito Mejía, destituyó al doctor
Mariano German Mejía, quien ostentando la presidencia del INDOTEL, elegidamente
protegido por la Ley 153-98, de ese organismo, pretendió quedarse en el puesto
por un periodo de cuatro años, porque la misma contrariaba el espíritu de
nuestra carta sustantiva.
De manera, que lo más aconsejable seria que tanto el
Superintendente de SIPEN, como el Superintendente de la SISALRIL, presenten
renuncia lo antes posible a sus cargos para evitar que el presidente Luis
Abinader, se vea obligado a hacer uso de los poderes que le confiere la constitución
de la República y proceda en cuanto le sea posible a reemplazarlos de sus
puestos.
Lo mismo deberían de hacer el Superintendente de Valores
Gabriel Castro y la Directora Ejecutiva de Pro-Competencia, Yolanda Martínez,
para evitar resabios que pudieran
enemistarlos con el presidente de la República, el cual no quiere tomar una decisión
de fuerza por respeto a cada uno de ellos y a la preservación de la paz y la
decencia manifiesta en su gestión de gobierno.
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