Los sondeos a pie de urna apuntan a una segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Ecuador
De los servicios de Notamedin.net
Los sondeos a pie de urna apuntan a la celebración de una segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Ecuador. Al cierre de los colegios este domingo, las encuestas aseguran a Andrés Arauz, candidato de la izquierda apoyado por el expresidente Rafael Correa, una plaza garantizada en el desempate previsto para abril. Su principal adversario, el conservador Guillermo Lasso, se disputa el otro puesto con el tercer aspirante, el dirigente indígena Yaku Pérez.
El estudio de la firma Cedatos da, por el momento, un 34,94% a Arauz, un 20,99% a Lasso, y un 17,99% a Pérez. Los datos de Clima Social, otra de las encuestadoras autorizadas por la autoridad electoral, dan una mayor ventaja al candidato del correísmo, con un 36,20%; para Lasso, irían un 21,70% de los votos y para el representante del movimiento indígena, un 16,7%. Para evitar una segunda vuelta, el ganador debe superar el 50% de los votos o situarse por encima del 40% y ganar con un margen de al menos diez puntos al segundo.
A las ocho de la noche, el Consejo Nacional Electoral (CNE) ofrecerá los primeros resultados con una muestra que sirve para proyectar las tendencias del conteo de votos. Más de 13 millones de ecuatorianos estaban llamados a las urnas para decidir el sucesor del presidente, Lenín Moreno. Las elecciones, sin embargo, tienen una clave más vinculada al pasado que al futuro. La votación supone una decisión de fondo sobre el capítulo de la historia del país andino abierto por el exmandatario Rafael Correa. El resultado determinará la voluntad de recuperar el legado de un Gobierno que mantuvo durante 10 años con autoridad y un manejo fluido de recursos públicos o de pasar página.
La principal alternativa al candidato impulsado por Correa, Andrés Arauz, es una opción liberal en lo económico, representada por Guillermo Lasso. El veterano político conservador prometió apostar por el sector privado para dinamizar el deteriorado mercado laboral. Pero el expresidente no se jugaba solo su regreso político. Su futuro personal y su estatus judicial dependían de una victoria o, al menos, la celebración de una segunda vuelta, prevista para abril, el escenario más probable según todas las encuestas.
El miedo al contagio de coronavirus y la indecisión hacían presagiar un alto ausentismo entre los votantes que, finalmente, se desvaneció en cuanto abrieron los colegios electorales. “Es sorprendente el interés y el patriotismo de la ciudadanía por las elecciones”, reconocía Enrique Pita, miembro del Consejo Nacional Electoral (CNE) a media mañana, mientras la televisión mostraba imágenes de largas filas en cada punto de votación. A una hora del cierre de las urnas, el órgano rector de la convocatoria confirmaba que hasta las 16.35, es decir, 25 minutos antes del cierre de los colegios, el 76% de los empadronados había metido la papeleta en las urnas. “Con esta tendencia, estamos seguros de que la jornada electoral terminará con éxito”, defendía la presidenta del CNE, Diana Atamaint.
Correa, fundador de la llamada Revolución Ciudadana, tiene pendiente desde septiembre del año pasado una condena de ocho años de cárcel que le impide regresar al país. Como reside en Bélgica desde 2017 y nunca se presentó ante la Justicia ecuatoriana, el exmandatario no ha ingresado en prisión, pero la pena está aún por cumplir. “No va a ser necesario aplicar el indulto porque los mismos jueces van a revisar las decisiones judiciales, una vez que no tengan las presiones, las amenazas, los chantajes de este Gobierno”, aseguraba el candidato Arauz a inicios de año en una entrevista con el diario El Universo, en la que además dejaba por sentado que si se hacía con la presidencia de Ecuador, Correa sería uno de sus principales asesores.
El capital político que aún conserva el expresidente ha colocado, según los sondeos previos a las elecciones, a Arauz como uno de los dos candidatos con más opciones, junto a Gullermo Lasso, líder conservador del movimiento CREO. Pero si la alianza Unión por la Esperanza, las nuevas siglas que cobijan al correísmo, no recibe el apoyo de la mayoría de los votantes, su líder tendrá que esperar otros cuatro años para intentar revertir esos dos aspectos clave. Ni podrá entrar a territorio ecuatoriano sin arriesgarse a ser encarcelado ni podrá “recuperar la patria” -como se promociona la candidatura de Arauz- de la “traición” de Lenín Moreno.
El presidente saliente de Ecuador fue también elegido y apadrinado por Correa para sucederle en las elecciones de 2017, pero una vez en el poder, Moreno se distanció rápidamente de los postulados con los que había gobernado su predecesor durante una década. Eso fue lo que, según justificó Correa, le motivó a intentar volver a la primera línea de la política en estas elecciones. Pese a que la ley impide presentar como candidato a un condenado con sentencia ejecutoriada, como es el caso del exmandatario, la alianza UNES trató de inscribirle para la Vicepresidencia. Rechazada la postulación, Correa fue sustituido en la papeleta y su legado quedó en manos de Arauz.
El joven de 36 años recién cumplidos está a la cabeza de las encuestas, pero no cuenta con ventaja suficiente para eludir una segunda vuelta en las urnas. Los sondeos auguran que él y Lasso irán al desempate en abril. Una victoria del político conservador alejaría a Ecuador definitivamente de la herencia correísta. El empresario, que se postula por tercera vez a la carrera presidencial, ha defendido ser la opción del cambio en todas sus campañas y ha criticado fuertemente la corrupción y el mal manejo de recursos públicos de la administración de Correa.
No obstante, pese a que Lasso y Arauz aparecen como las candidaturas con más opciones, la proliferación de aspirantes a presidente de esta convocatoria podría fragmentar el voto hacia otras iniciativas, como la del representante indígena, Yaku Pérez, o la del líder de la Izquierda Democrática, Xavier Hervas, que ha sabido hacerse un hueco en su estreno en la política. La indecisión o el voto nulo han sido, de hecho, la tercera opción preferida en intención de voto durante toda la campaña. Pero este domingo, finalmente, los más de 13 millones de ecuatorianos que tienen la obligación de votar, so pena de multa, se pronuncian en las urnas.
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