LA DOBLE MORAL DE LA REELECCION

http://www.notamedin.net/2015/02/la-doble-moral-de-la-reeleccion.html
Por Balbueno Medina
El debate que hace años se ha venido librando en la sociedad
dominicana en torno a la reelección presidencial, ha dejado claramente
establecido que quienes la cuestionan coyunturalmente, en el fondo son
reeleccionistas.
Esos que se vanaglorian de satanizar la reelección tan solo
han querido sustentar su trasnochada tesis contra la reelección presidencial, olvidándose
que la reelección significa continuidad en el desempeño de cualquier posición
en que un funcionario es electo por un periodo de tiempo determinado.
Para ser sinceros, en la Republica Dominicana, solo se le ha
querido poner freno a la reelección presidencial, no así a los funcionarios que
son electos cada cuatro años en los Ayuntamientos y en el Congreso Nacional, desconociendo de esa
forma el derecho que tienen los ciudadanos
de ascender política y socialmente hacia los estamentos de poder del
Estado dominicano.
Quizás este será el momento de ponerle el cascabel al gato y
de sinserizarnos frente al complejo y polémico tema de la reelección en nuestro
país , ya que la misma en ningún nivel es beneficiosa para potenciar un relevo
y un liderazgo que permita consolidar la institucionalidad del Estado.
¿Si la reelección presidencial es mala, porque las
reelecciones al Congreso, a los Ayuntamientos y a los demás cargos electos por
periodos determinados de tiempo son buenas? Para llegar a una conclusión razonable,
deberíamos entender que en nuestro país lo que debemos hacer es ponerle un alto
a todas las modalidades de reelección, estableciendo un tiempo prudente para
cada una de ellas.
Las reelecciones indefinidas, como ocurre en nuestros
ayuntamientos, el Congreso Nacional y otros estamentos de la sociedad
dominicana, no son buenas porque castran el crecimiento de las instituciones democráticas,
fomentan el caudillismo provincial y
regional y genera divisiones en el seno de la sociedad, porque los liderazgos
emergentes se ven obligados a abrirse paso fuera de las instituciones en que
surgen para poder romper esa tradición.
Eso sucede en la mayoría de nuestras provincias, donde los
llamados caciques o caudillos políticos, no solo se convierten en una real
retranca para los nuevos liderazgos que surgen en los partidos políticos, sino
que cuando llegan a un nivel tal de desgaste que les impide continuar al frente
de la posición que han detentado por varios periodos consecutivos, preparan a
sus hijos o sus parciales más leales para impedir que su sucesor natural
alcance el poder que le corresponde ocupar por los méritos ganados en la
sociedad.
Como hemos podido observar, esa situación se produce en cada
segmento de nuestra sociedad, por eso hemos visto que los presidentes y secretarios
de nuestros partidos políticos se reeligen por varios periodos consecutivos y
los miembros de los organismos de dirección de esas organizaciones políticas son
los mismos desde sus fundaciones, evidenciando claramente que frente al tema de
la reelección hemos mantenido una postura de doble moral que defendemos siempre
y cuando nos convenga.
Pero para ser más específico y contundente en esta aseveración
que he venido haciendo con relación al tema de la reelección, que en los próximos
días adquirirá mayor importancia en la sociedad dominicana, por los debates que
se establecerán en torno a la misma, es digno recordar que todos los que han
ostentado la presidencia de la Republica han manifestado en diversas ocasiones
su rechazo a seguir en el cargo y finalmente han terminado reeligiéndose e
inclusive modificando la constitución para imponer sus apetencias continuistas.
Recordamos que en una ocasión el fenecido Joaquín Balaguer, negó
19 veces que no buscaría la reelección presidencial y que sus apetencias
continuistas dividió en dos ocasiones al
Partido Reformista Social Cristiano, cuando Augusto Lora y Fernando Álvarez
Bogaert, abandonaron a ese partido, porque sus liderazgos fueron aplastados por
el caudillo reformista. Antonio Guzmán Fernández, amago con la reelección y
ante su frustración decidió apoyar a Jacobo Majluta, quien en su lucha contra
Salvador Jorge Blanco y Peña Gómez, termino fuera del Partido Revolucionario
Dominicano, provocándole una de sus más grandes divisiones hasta el extremo de
que en el 1990, estuvo a punto de respaldar al PLD, por la situación de
descalabro en que quedo.
Sin embargo, la experiencia más reciente sobre las
consecuencias que ha dejado la reelección a la partidocracia dominicana la
vivimos durante el gobierno del PRD, encabezado por Hipólito Mejía, quien a
pesar de haber negado en diversas ocasiones que no se repostularia en el cargo
termino modificando la constitución para optar por un nuevo periodo
presidencial que fue abortado con la división de esa organización política,
contrario a lo ocurrido en los gobiernos del PLD, encabezados por Leonel
Fernández, quien logro la reelección en el 2008 y realizo amagos en el 2012,
sin que esa organización política lograra fraccionarse, superando sus
diferencias con un acuerdo impuesto por el Comité Político.
En fin, la reelección es un tema que en la Republica
Dominicana se debe rediscutir con mucha prudencia y justeza para garantizar
que, por un lado no se pueda afectar o castigar a quien haya hecho una buena gestión
limitándolo a un solo periodo, ni tampoco se puedan castrar los surgimientos de
nuevos liderazgos que puedan aportar nuevas experiencias y dinamismos a la consolidación
democrática del país, con el establecimientos de varios periodos consecutivos
en una misma posición electiva.
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