COMO VA LA POLÍTICA VA LA NACIÓN

http://www.notamedin.net/2017/01/como-va-la-politica-va-la-nacion.html
Por Hernán Paredes
Probablemente todos estemos
familiarizados con la frase popular
“Como va Santiago va el país”, la cual refleja el orgullo cibaeño de
afirmar que lo que sucede en la hidalga de los 30 Caballeros influye determinantemente
en el quehacer social, económico y político de toda la nación dominicana.
De la misma manera, podemos
extrapolar esta frase, derivada de la norteamericana que reza “As general
motors goes so goes the nation” (Como va la General Motors va la nación), y
construir la siguiente analogía: Como va la política va la nación. Esto porque
la denominada democracia política determina y condiciona las microdemocracias
económica y social.
Givoanni Sartori, en su libro “¿Que
es la Democracia?”, plantea las cuestionantes siguientes: “¿cuál es la relación
entre democracia política, democracia social y democracia económica?”, para
inmediatamente contestar magistralmente diciendo que “Ocurre aquí que la
primera es condición necesaria de las otras”, es decir, las instituciones
políticas definen las instituciones económicas y sociales, por tanto, plantea
Sartori “si no existe democracia en el sistema político, las pequeñas
democracias sociales y de fábrica (económicas) corren el riesgo, a cada momento,
de ser destruidas o amordazada”.
En las últimas décadas en nuestro
país, hemos visto como los principales partidos políticos han venido sufriendo
profundas crisis internas, precisamente por la falta de democracia interna y
transparencia en sus procesos institucionales, situación que ha provocado que
en la opinión pública exista hoy un consenso generalizado sobre la necesidad
impostergable de aprobar la tan discutida Ley de Partidos y otras normativas
que buscan normalizar el estado de inestabilidad que vive la partidocracia
dominicana. Más aún, hemos visto como poderes del Estado como el Legislativo se
ha visto en tela de juicio debido al manejo de determinados asuntos, como el
caso del contrato con la Barrick Gold, así como el tan sonado caso de los tristemente
célebres aviones Súper Tucanos, y otros más. De la misma manera, la imagen del
Poder Judicial no ha salido indemne de esta epidemia de debilidades
institucionales, y hemos visto como recientemente jueces han sido sometidos
formalmente ante la justicia por supuestamente negociar sentencias por dinero.
Sin embargo, no solo lo político
padece de esta especie de patología funcional, sino que la enfermedad también
se refleja en lo social y lo económico, pero el objetivo de este artículo es
enfocarnos en el ámbito que puede cambiar las cosas para bien, pues este
condiciona todo lo demás, LO POLÍTICO.
Ahora bien, autores como Daron
Acemoglu, plantean que las diferencias entre los países que alcanzan el
desarrollo y los que no, radica fundamentalmente en el establecimiento de instituciones
políticas y económicas inclusivas o extractivas, y como estas a su vez moldean,
generación tras generación, un entorno social, económico y político, propicio o
negativo para el surgimiento de lo que se conoce como “destrucción creativa”,
definido esto último como la dinámica donde esquemas de negocios nuevos surgen
constantemente y reemplazan los existentes, dentro del marco de un modelo
económico que estimula y facilita el emprendimiento y premia el ingenio de los
ciudadanos sin importar su clase social.
Por todo lo anterior, si queremos
que la República Dominicana se encamine hacia verdaderos senderos de
institucionalidad y desarrollo, necesariamente tenemos que enfocarnos muy bien
en mejorar nuestras instituciones políticas, haciéndolas verdaderamente
inclusivas, garantizando así “la participación y el pluralismo en las
decisiones políticas y en la administración de los asuntos colectivos” ; PERO,
sin populismo, sin circo, y estando muy conscientes de que estas instituciones
constituyen los órganos vitales de nuestra democracia.
Como reflexión final, debemos
recordar que las debilidades de nuestras instituciones políticas no surgieron
de manera espontánea, sino a través de siglos de interrelación entre numerosos
procesos sociales cuyas causas pueden ser rastreadas hasta los primeros modelos
de administración y gobierno establecidos en la época colonial. Por tanto,
debemos tener la madurez necesaria para saber que el cambio se gestiona,
creando incentivos adecuados para que los actores, TODOS, empujemos en una
misma dirección hacia la síntesis social que ha de devenir.
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