El Relevo no es Opcional

http://www.notamedin.net/2017/03/el-relevo-no-es-opcional.html
Por Hernán Paredes
La forma tradicional de hacer política en la República Dominicana es una
bestia herida de muerte que agoniza desde hace años, y pareciera ser a veces
que nos auto-engañamos respecto a ello. La clase política es acusada por el
ciudadano común de todos los males ocurridos sobre la faz de la tierra, y solo
unos pocos se percatan del gran peligro que representa para la democracia que
la gente pierda la fe en sus instituciones políticas.
Los partidos políticos constituyen el medio para que diferentes formas de
pensar sobre cómo conducir la sociedad compitan por el derecho de convertirse
en realidad a través de ejecutorias de
Estado, y por tanto, su existencia garantiza que la lucha de grupos por el
poder para imponer su punto de vista sobre otros se mantenga dentro los
parámetros de una competencia relativamente civilizada.
En esta dinámica dialéctica donde la antítesis enfrenta la tesis para
parir, a veces con mucho dolor, una síntesis, es fundamental que todos los
actores sientan que participan realmente en el proceso, y más importante aún,
deben sentir que el proceso es real, sino se corre el riesgo de que el juego se
quede sin jugadores, pero cuidado, ya
que como decía Winston Churchill "La democracia es el peor sistema de
gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás."
Y es que el juego democrático no solo debe ser jugado, los participantes
deben respetar y hasta de vez en cuando revisar y mejorar los controles que
garanticen que el mismo sea sostenible en el tiempo. La historia del
homo-sapiens nos dice que cuando los seres humanos llegan al un consenso para darle
valor a algo que no lo posee intrínsecamente, ese valor se hace real en la
mente del colectivo universal, como es el caso del “dinero” o del ente conocido
como “persona jurídica”. Así mismo,
hemos creado la democracia, la cual es
un sistema socio-político que implica seguir un conjunto de reglas sobre las
cuales nos hemos puesto de acuerdo, sin embargo, los grupos hegemónicos dentro la
mayoría de los partidos pretenden a veces saltarse o desdoblar esas reglas
democráticas en su funcionamiento interno, por la noble tarea de un pragmatismo
exagerado que ya está pasando factura, y una muy cara, por cierto.
Las crisis que han atravesado los partidos mayoritarios en los últimos 10
años no es casual, son los síntomas de una enfermedad profunda, una enfermedad producto
no solo de irrespetar las reglas del sistema, sino también por posponer su
adaptación según han venido cambiado los tiempos. Las cúpulas de los partidos
se acomodan en un estado de situación donde unos pocos imponen su criterio a
cientos de miles en las bases partidarias, obviando algo fundamental, si esas
bases dejan de creer esa figura jurídica llamada partido, entonces el valor
asignado por el colectivo universal a dicha herramienta dejaría de existir, y
si esto ocurre, pueden empezar a elaborar el panegírico correspondiente.
El relevo generacional se acerca, y no es opcional, así que tenemos dos alternativas,
una es que este sea gestionado y/o planificado inteligentemente, o por el contrario,
que sea caótico y descontrolado, y creemos que entre estas dos opciones,
evidentemente la última daría como resultado un monstruo peligroso para la
democracia. Mientras tanto, el reloj biológico no perdona a nadie, y hasta los
grandes líderes históricos de los partidos tradicionales cayeron presa del
mismo, por lo que la alta dirigencia de los partidos debe comenzar olvidarse un
poco de sus liderazgos individuales y empezar a pensar seriamente en garantizar
la preservación del legado político de sus organizaciones, y recordarles lo
siguiente:
“La gente joven está convencida de que posee la verdad. Desgraciadamente,
cuando logran imponerla ya ni son jóvenes ni es verdad.”
Jaume Perich
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