Mercenarios contaminan los medios y acosan a las instituciones públicas



Redacción



Lo primero es dejar bien claro que pensamos que la ocupación de comunicar en los medios implica una gran y noble responsabilidad, cuyo valor social positivo ha quedado evidenciado por demás en los anales de nuestra historia republicana, y es precisamente por esto que debemos preservar este rol fundamental que juega en nuestra sociedad la comunicación responsable.

Sin embargo, como en cualquier actividad donde haya humanos, hay elementos inescrupulosos que lo único que persiguen es el bien propio a toda costa, sin importar la afectación de los intereses colectivos de la sociedad, y los medios de comunicación no so lo excepción, y esto es preocupante porque entonces el mismo enorme poder para hacer el bien de estos medios, puede orientarse a lo contrario, es decir, a destruir valor social haciendo el mal.

Es bien sabido que en nuestro país opera una especie de híbrido entre bucanero y mercenario, que andan al asecho de instituciones públicas para atracarlas a punta de pistola, si, a punta de la pistola del chantaje, creando ruidos negativos que son potenciados por la actual cultura del morbo, una cultura que aprecia más lo viral que la búsqueda de la verdad objetiva, estos comunicadores “carabelita”, que no son comunicadores en realidad, son como los denominados “pica-pica”, pero unos “pica-pica” compulsivos y armados con el chantaje para obtener lo suyo a cualquier precio.

Estos mercenarios de la comunicación apuestan a las debilidades de esta sociedad líquida, superflua, en esta era de la posverdad con esteroides, donde repetir una mentira muchas veces no solo se convierte en “verdad”, sino que también le genera renta a quien dirige la trama.

Malcom X decía "Si no tienes cuidado con los medios de comunicación, te harán odiar al oprimido y amar al opresor…", y no se equivocaba, aunque debemos decir también que hay muchísima gente bien intencionada en la comunicación, pero definitivamente tampoco podemos esconder que hay algunos muy mal intencionados que no debería permitírseles practicar la noble profesión de comunicar.

Los antivalores están permeando de manera transversal a todos los sectores de la sociedad, sea en el ámbito político o el sector privado, en la religión o en la sociedad civil, vemos con preocupación como se pretende institucionalizar la maldad, y justamente por esa razón es que necesitamos más responsabilidad en el periodismo y la comunicación, porque los medios tienen el poder de revertir esta ola de antivalores que crece como un virus mortal carcomiendo el alma de la Patria.

Identifiquemos esos mercenarios de la comunicación, cerrémosles las puertas, denunciémoslos, hagámosles entender que Facundo Cabral tenía toda la razón cuando afirmaba que "Si los malos supieran que buen negocio es ser bueno, serían buenos aunque sea por negocio".

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