Poder de Veto del Estado genera consenso en reforma a la Ley de Seguridad Social
MI SENTIR
Por Balbueno Medina
Por primera vez, he observado que nos encontramos a la puerta
de aprobación de la reforma a la Ley de Seguridad Social (87-01), por parte del
Congreso Nacional, de consumarse el consenso que se ha venido dando en el seno de la Comisión Bicameral que
estudia la pieza.
El pueblo dominicano espera con ansias que llegue el mes de
junio, fecha que ha sido fijada por los comisionados del Senado y la Cámara de
Diputados, para rendir el informe final de las modificaciones que se le harán a
la Ley, muchas de las cuales han sido dadas a conocer de manera pública.
Para nadie es un secreto, que uno de los principales inconvenientes
que ha tenido la Ley 87-01 para su aplicación, ha sido el poder de Veto que
mantienen los tres sectores que conforman el Consejo Nacional de la Seguridad
Social (CNSS), lo que ha impedido que en gran medida los afiliados a la
Seguridad Social se beneficien de la mayoría de las disposiciones que contiene
la legislación a favor de los mismos.
En ese sentido y entendiendo que el Estado dominicano como árbitro
natural de la sociedad y garante de los derechos de los sectores que
tradicionalmente se han mantenido en pugna producto de los intereses que
representan, ha sido inteligentemente escogido por los comisionados del
Congreso Nacional para que en la próximo reforma a la Ley de Seguridad Social
ostente el único poder de Veto con que contara el Consejo Nacional de la
Seguridad Social del país.
Creemos que esta propuesta que ha sido consensuada por la Comisión
Bicameral del Congreso Nacional, concitará el total respaldo de los
legisladores de las diferentes bancadas representadas en ambos hemiciclos,
porque permitirá un provechoso avance de la Ley de Seguridad Social en nuestro país,
debido que la actual legislación se ha estancado por los intereses de los
sectores que no han querido ceder a los beneficios que la misma les ha generado
desde su aprobación en el año 2001.
Vale destacar, que en si la Ley 87-01, tal y como se concibió
en el momento en que nuestro país dio el salto hacia la búsqueda de un Sistema
de Seguridad Social que sustituyera el modelo del Instituto Dominicano de
Seguros Sociales, fue el idóneo dado los enunciados y las perspectivas de mejoría
que se consignaron en favor de la sociedad dominicana y que en la propia legislación
se proyectaban como elementos de cambio y transformación conforme iría pasando
el tiempo, lo que la hacía más interesantes para el porvenir de todos.
Sin embargo, nada de eso aconteció, y contrario a beneficiar
las necesidades de esa gran población que durante estos más de 20 años, ha
venido demandando respuestas a las carencias de servicios eficientes y
oportunos, ha provocado la ira de la colectividad nacional que con tanto anhelo
pide a clamor la reforma a la Ley de Seguridad Social sin demora este año.
Quizás las reformas que se proyectan no serán del total
agrado de la población, porque estamos más que seguros que ni las ARS ni las
AFP, desaparecerán como habían propuesto algunos sectores, pero si los comisionados
se han comprometido a presentar propuestas que contengan una mejor regulación en
el accionar y beneficios que están obtienen a través de la presente legislación.
De ahí, es que nos acogemos al socorrido discurso que de antaño
han mantenido experimentados legisladores que hemos tenido en nuestro Congreso
Nacional, en el sentido de que, “Nunca
el Congreso Nacional ha aprobado la Ley perfecta o ideal que beneficie el
interés nacional, sino la que ha sido posible en el momento coyuntural que ha
tocado vivir al país”, lo que presagia que no todos los sectores quedaremos
conforme con las reformas que vendrán.
En definitiva, en la República Dominicana, nos encaminamos a
contar con una nueva Ley de Seguridad Social que podría ser calificada de Salomónica,
porque ninguno de los actores o regímenes que se encuentran protegidos por la
actual Ley 87-01, desaparecerán, sino que se acomodarán a las futuras
normativas que impedirán la entrega del 30 por ciento a los afiliados a las AFP
y la mejoría del Plan Básico de Salud, a cambio de otras reivindicaciones que contendrán
la ira de todos para posibilitar el cambio esperado.
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