El combate a la corrupción debe ser permanente
MI SENTIR
Por Balbueno Medina
Desde su fundación, la
República Dominicana ha sido víctima de funcionarios corruptos que se han
enriquecido en perjuicio de las grandes mayorías nacionales y lo más penoso ha
sido que la mayoría de ellos no han pagado en las cárceles del país por los
daños cometidos.
La impunidad que de antaño
se ha prohijado desde las altas esferas del poder, por omisión o comisión, ha
sido lo que ha dado pie a que los actos de corrupción se hayan asumido como
algo normal en el desempeño de las funciones públicas.
Cada funcionario que es
nombrado en puesto ejecutivo de la Administración Publica lo primero que busca
es la forma de rodearse de personas de confianza que manejen las áreas administrativas
y financieras con el propósito de tener el control de los recursos materiales
de que dispone la institución.
Desde ese punto de
vista, se inicia el proceso que al final de la gestión de ciertos funcionarios
termina con el descubrimiento de los actos de corrupción que hemos estado
viendo acontecer en nuestro país, porque en vez de buscar servidores capaces y
honestos que les ayuden a realizar una función en beneficio de las
instituciones que representan y el Estado dominicano, buscan adeptos que les
sirvan a sus intereses particulares de enriquecimientos ilícitos.
De ahí, es que cobra
especial importancia que la Administración Publica de nuestro país cuente con
un Ministerio de Administración Publica y una Comisión de Ética e Integridad
Gubernamental, que funcionen con equidad y justicia a toda capacidad para
prevenir y evitar que se sigan produciendo los actos de corrupción que han
sumido en la más calamitosa pobreza a millones de dominicanos y dominicanas que
necesitan la mano amiga del gobierno para poder sobrevivir.
Para lograr eso,
necesitamos de voluntad política y la firme decisión de que desde las altas
esferas del poder se pretenda erradicar esa vieja práctica que tanto daño ha
hecho a la sociedad dominicana, donde la impunidad no prevalezca por
conveniencia política o amiguismo y creemos que el presidente Luis Abinader
como primer ejecutivo de la nación está seguro de que solo así podremos
rescatar el país de los políticos corruptos que aspiran a llegar al Estado para
servirse de los recursos públicos.
Las ambiciones
desmedidas con que estos depredadores del patrimonio público manejan los
recursos de las instituciones del Estado, no se refieren a cifras
insignificantes de dineros sustraídos, sino de miles de millones de pesos
porque como nunca encontraron ningún muro de contención producto de alto nivel
de impunidad que durante años prevalecía desde el Estado, pensaron que jamás podrían
ser descubiertos y sometidos a la justicia por los desmanes cometidos.
Es por esa razón, que
en la República Dominicana necesitamos una mayor institucionalidad del Estado
dominicano, donde las instituciones jueguen el rol para las que fueron creadas
y que todo funcionario que tenga la oportunidad de dirigirlas respete su
integridad y disposiciones legales, sin imponer sus criterios y aspiraciones
personales en perjuicio del buen funcionamiento de la misma.
Necesitamos sentencias ejemplarizadoras
en contra de todos aquellos funcionarios que han saqueado al Estado dominicano
y que la sociedad dominicana respalde las acciones de los actores de la
justicia que procuran poner un freno definitivo a los actos de corrupción que
han afectado la imagen de la Administración Publica en perjuicio de la gran mayoría
de sus servidores que devengan sueldos de miseria.
De esa manera, también quedaría
eliminada la visión generalizada que tienen empresarios y políticos de nuestro país,
en el sentido de que creen que al ser nombrados en un puesto de la Administración
Publica, consideran que más que servir a las instituciones donde han sido
designados fueron puestos para resolver sus problemas y los de sus allegados.
El gobernante que logre
revertir con coraje y decisión esa errática costumbre que se tiene de manejar
las instituciones del Estado, le hará la más grande contribución a la sociedad
dominicana y garantizara la preservación de las futuras generaciones de hombres
y mujeres de nuestro país, porque de seguir así de nada valdría la pena que
sigamos creciendo económicamente como nación, porque los beneficios los recibirían
los corruptos que cada cuatro años llegan a la dirección de la cosa pública y estaríamos
viviendo en el mismo circulo vicioso.
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